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HAMBRE EMOCIONAL, ¿La culpable de tu aumento de peso?

¿Cuántas veces has comido por aburrimiento? ¿Te ha pasado que llegas a tu casa cansada después de un día largo de trabajo y tienes antojo de comer algo lleno de carbohidratos? A esto se le llama ‘hambre emocional’.

En ocasiones sentimos un vacío en el cuerpo que identificamos como hambre y como este hay muchas situaciones en las que comemos por estrés, por tristeza, por aburrimiento o incluso, por alegría. Generalmente este tipo de comidas están llenas de carbohidratos y de azúcar, porque es muy raro que en esas situaciones se te antojen una manzana o una ensalada.

Podemos llegar a confundir nuestras emociones, o incluso la sed, con esa necesidad de comer, a este tipo de hambre como la búsqueda de alimentos para conseguir una distracción o un bienestar momentáneo y en la mayoría de los casos, es el gran responsable de los kilos de más. Regular las emociones que no sabemos controlar, con comida es más perjudicial, pues ese ‘vacío’ no se va, pero las calorías sí se quedan, lo que puede resultar en que te sientas mal después de comer y todo se convierta en un círculo vicioso.

Antes de que te preocupes, tienes que saber que el hambre emocional es algo que pasa con mucha frecuencia y que les pasa a todas las personas. Lo que debes de aprender a hacer es conocerte para que puedas controlar esos impulsos y distinguirlos de cuando realmente tienes hambre.

¿QUÉ FACTORES PUEDES DESENCADENAR EL HAMBRE EMOCIONAL?

Como lo dice su nombre el hambre emocional está relacionado a nuestras emociones. Un día malo con la pareja, peleas con los hijos, preocupaciones, estrés, ansiedad y en nosotras las mujeres aquellos cambios hormonales. El comer de manera emocional también se puede dar en momentos de alegría y felicidad, un ejemplo claro sería el festejo de un cumpleaños, una comida familiar, una boda, cenas de fin de año, entre otras. Aprendamos a tomar conciencia de la situación para así poder enfrentar estos momentos sin estar sujetos a lo que demanden nuestras emociones tanto las negativas como las positivas.

Ahora que conocemos los factores que pueden desencadenar una crisis de hambre emocional estamos en condiciones de tomar otras opciones para no perjudicar nuestra figura sin una necesidad real de comer.